Se entiende por disfagia la dificultad para tragar, que provoca problemas al realizar, de manera segura y eficaz, el proceso normal de la deglución del bolo alimenticio, los líquidos, la saliva o cualquier fármaco.
La disfagia no es una enfermedad, sino un síntoma, que aparece en situaciones y patologías muy variadas y adquiere importante relevancia clínica, ya que puede tener repercusiones graves para la salud y afectar significativamente a la calidad de vida de quien la presenta, principalmente en aquellas personas que presentan disfagia a sólidos y líquidos.
Las personas que padecen disfagia pueden tener alterada la eficacia de la deglución y, por lo tanto, la capacidad para alimentarse e hidratarse de manera óptima, pudiendo aparecer cuadros de desnutrición y deshidratación. En ocasiones pueden existir alteraciones en la seguridad de la deglución, con peligro de que se produzcan complicaciones respiratorias graves. Es frecuente encontrar disfagia a sólidos en niños, pues tienen miedo al atragantamiento y esto le puede llegar a provocar cierto grado de desnutrición. Incluso también se puede dar disfagia en bebés.
El abordaje de este síntoma requiere actuaciones que abarcan un diagnóstico y una intervención terapéutica correctos, que incluyan recomendaciones nutricionales y tratamiento o reeducación de la deglución. (2)
La alimentación en las personas con disfagia exige una modificación en la textura y consistencia de los alimentos, tanto líquidos como sólidos, adaptándolos al nivel de aceptación por parte del paciente. Debemos destacar que existen algunas personas con disfagia a sólidos y otras que solo presentan disfagia a los líquidos, siendo casos menos severos.
Si se determina que el paciente no puede mantener una nutrición e hidratación adecuadas y seguras por vía oral, será preciso instaurar una vía alternativa: sonda nasogástrica (SNG) o gastrostomía endoscópica percutánea (PEG).
La mejor recomendación que puede realizarse en el manejo de la disfagia orofaríngea se refiere a la modificación de la dieta. Con esta intervención, los estudios demuestran una reducción en el riesgo de penetración en la vía aérea y de neumonía por aspiración. (2)
La dieta para disfagia es fundamental en este tipo de síntomas, debiéndose llevar una serie de recomendaciones alimentarias:
Existen alimentos considerados de alto riesgo para los enfermos con disfagia, como son los que presentan diferentes consistencias y pueden aumentar el riesgo de aspiración:
Alimentos con fibras: apio, espinacas, espárragos, frutas con semilla y piel, legumbres.
La dieta de textura modificada (TMD) se emplea como tratamiento en pacientes que tienen dificultades de masticación o deglución, tanto a alimentos sólidos como líquidos, por motivos de eficiencia para facilitar la deglución y, principalmente, por motivos de seguridad para reducir el riesgo de broncoaspiración o atragantamiento. (3)
La importante pérdida de cualidades organolépticas de la comida triturada suele asociarse a una ingesta subóptima y el que con frecuencia se emplea durante meses o años, sitúa en riesgo de desnutrición a las personas que reciben este tipo de alimentación. (3)
La aparición de numerosos productos comerciales deshidratados o listos para su consumo, con una amplia variedad nutricional, según sea la gama y receta de que se trate, suponen un importante avance en la normalización del valor nutricional y en la garantía de la alimentación de personas con disfagia. (3) En nuestro país, es un reto todavía no tanto su composición nutricional, sino conseguir una presentación vistosa y apetecible. (1)
En Reino Unido existen empresas de catering que sirven de un modo imaginativo una amplia variedad de menús para disfagia nutricionalmente densos y controlados en textura.
La TMD por su digestibilidad, proporción equilibrada de nutrientes en un solo plato, moderado contenido en grasa y sodio, no contener generalmente lactosa ni gluten, y contenido controlado en alérgenos puede incluirse en el código de dietas, además de en la dieta de textura modificada (dieta de disfagia) en otros tipos de dietas hospitalarias.
En ciertos casos, un determinado producto puede no ser compatible con determinada tipología de dieta, por lo que es recomendable la asignación individualizada de estos productos a cada código de dieta.
La garantía higiénica, la seguridad en la normalización de la composición nutricional y textura, la reducción en el tiempo de preparación, el cálculo exacto del número de raciones útiles, la disponibilidad rápida en caso de peticiones imprevistas de dietas puede minimizar el impacto del incremento de coste que pueda suponer la dieta de textura modificada en la restauración colectiva de hospitales y centros residenciales.
Destacar que los más mayores son los más afectados por este síntoma, siendo la disfagia en ancianos la más frecuente, debido a las dificultades orofaríngeas que presentan.
Bibliografía:
- Graduada en Nutrición y Dietética Humana por la
Universidad Isabel I de Burgos
- Licenciada en Farmacia por la Universidad de Sevilla
- Experta en Nutrición y Dietética Humana por la
Universidad Complutense de Madrid
Nutricionista, Farmacéutica
y CEO de Dietfarma
Colegiada AND-00982
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